La melancolía de un monocromo – Creepypasta

27 de mayo Melancolía monocroma

Era un día frío pero soleado a mediados de octubre. Una niña de cinco años con el pelo corto y negro mientras vestía su vestido blanco de domingo caminó de la mano con su madre. La mujer se llamaba Julie Fairbanks, y su pequeña y alegre hija querubín era una niña llamada Mavis. Era una familia de dos, que siempre sonreía donde quiera que iban y animaba a los que conocían.

Julie era una mujer radiante, alta y esbelta con curvas sutiles que le daba a su delicado cuerpo una elegancia femenina. Tenía el pelo negro largo y sedoso con los ojos verdes más hermosos que nadie había visto, con una piel de porcelana perfecta. Ella era una artista. Un cantante si puedes, que amaba la música y el sonido que traía.

Su hija, Mavis, tenía una piel muy clara que parecía pura como la nieve, con mejillas rosadas y heredó sus hermosos ojos verdes penetrantes. Sin embargo, hubo un pequeño problema con Mavis. Tenía un defecto raro al nacer, que solo se manifestó alrededor de los dos años. Sus cuerdas vocales estaban dañadas y, por lo tanto, limitaban sus habilidades vocales, haciéndola casi completamente muda. Entonces, cada vez que habla, suena como si estuviera susurrando y, al menos, solo puede hablar una cantidad limitada en voz baja sin agotar sus cuerdas vocales.

Pero eso no le impidió disfrutar de las pequeñas cosas que la vida le trae, ni tampoco le impidió soñar con convertirse en una cantante como su encantadora madre. Era un sueño sin esperanza, pero ella soñaba con todo su pequeño corazón.

Mavis tampoco tenía muchos amigos. Otros niños no entendieron su condición y solo la molestaron. Las únicas que llamó a sus amigas fueron las muñecas y los peluches que tenía en su habitación, que eran los únicos que la escuchaban fuera de su madre.

Fue después de ir a la iglesia que regresaron a su casa, Julie dejó a Mavis en la seguridad cerrada de su pequeño patio delantero, custodiada por una cerca blanca. "Ahora espera un minuto aquí, Mavis. Volveré pronto. Solo necesito algunas cosas y volveré para que podamos ir al parque. "Dicho eso, Julie caminó rápidamente hacia la puerta de entrada y entró en el dormitorio. Se acercó a la cómoda y abrió el cajón superior, sacando una caja negra pulida que parecía un pequeño cofre del tesoro , bordado con pequeños diamantes blancos. Al abrirlo, sacó el contenido, que consistía en un collar simple pero hermoso con un colgante en forma de corazón, la mitad de los cuales estaba decorado con diamantes blancos y la otra mitad diamantes negros.

Era un regalo que había recibido hace tanto tiempo de su esposo, mucho antes de que Mavis naciera. Ella sonrió cuando la colocó y se miró en el espejo. "Algún día le daré esto a Mavis. Así como estoy seguro de que él hubiera querido".

El padre no se encontraba por ningún lado. Estuvo allí cuando Mavis tenía solo unos pocos meses, luego desapareció misteriosamente sin decir una palabra. Julie no podía entender cómo o por qué su amado esposo había desaparecido, y no ha tenido noticias suyas desde entonces. Era un hombre de pequeñas palabras y a menudo era grosero con los demás, pero ella no lo veía así y lo entendía mejor que la mayoría. Ella lo amaba mucho, como él lo amaba. Tampoco tenía fotos de él en la casa, lo que hacía aún más difícil para Mavis saber que estaba allí o cómo se vería. Ahora eran solo ella y Mavis.

Hablando del diablo, recordó que había dejado a su bebé afuera. Alejándose del espejo, Julie corrió por el pasillo y se dirigió a la puerta principal, encontrando a Mavis a salvo y, para su curioso deleite, cantando una canción. Era ligero, casi como el arrullo de un pájaro.

"Mavie, ¿qué haces cariño?" Mavis se volvió hacia su madre y le sonrió brillantemente. "Yo canto, mamá". Julie sonríe a su querubín. "Mavis, debes tener cuidado de no forzar tu voz. Ahora vamos al parque, ¿de acuerdo? "Mavis asintió, todavía sonriendo felizmente.

En el camino, Mavis le preguntó a su madre en voz baja, incluso si todavía era tan clara en los oídos de Julie. "Mamá, ¿cuándo crees que papá volverá a casa?" Julie no pudo evitar ponerse rígida ante la pregunta. Era algo para lo que no tenía respuesta. Ella no sabía cuándo regresaría, ni si todavía estaba vivo. Miró a Mavis con una pequeña sonrisa triste. "No lo sé, cariño". Mavis miró a su madre con curiosidad antes de mirar el hermoso collar alrededor del cuello de su madre. "Muy bonita …" Julie notó que se refería al collar que su esposo le había regalado y se arrodilló, mostrándolo cerca de Mavis. "Sí, es hermoso, ¿verdad?" Fue un regalo de tu papá. ¿Y adivina qué? "Mavis miró a su madre con ojos curiosos." ¿Eh?

Julie sonríe cálidamente. "Un día, cuando seas lo suficientemente mayor, este collar será tuyo. Tal como tu padre me lo pidió". Los ojos de Mavis se abrieron y se veían cómicamente adorables. Una gran sonrisa se extendió sobre su inocente rostro y dejó escapar un leve grito. Luego se calmó y le hizo otra pregunta.

"Mamá, ¿papá me ama?" Julie estaba triste, sabiendo que su hija probablemente nunca conocería a su padre o el amor que él tenía por el niño. "Sí cariño, lo hizo. Él te amaba tanto como mamá te ama a ti. "

Mavis luego permaneció en silencio por un momento antes de hacer la siguiente pregunta más inesperada. "¿Papá podrá oírme si lo llamo?" Esto asombró a Julie. Ella no quería romper el corazón de su hijo, por lo que acompañó a su hija. "Estoy segura de que lo hará, bebé. Ahora, ¿por qué no vamos al parque y puedes jugar un rato?

Asintiendo, la niña agarró nuevamente la mano de su madre y se dirigió al parque, que estaba a la vuelta de la esquina.

Al llegar, Julie decidió sentarse con Mavis en un área cubierta de hierba y pretender tomar el té. Mavis insistió en usar tazas y teteras imaginarias, ambas disfrutando de una buena taza de té. El vendedor justo enfrente del parque del parque estaba vendiendo helados y Julie sonrió con una sonrisa brillante. "Espera aquí, Mavis. Mamá nos traerá un helado, ¿de acuerdo? "Con un alegre asentimiento, la hija vio a su madre ponerse de pie y caminar hacia el vendedor. Cuando Julie llegó al vendedor y le pidió dos conos de delicioso helado dulce, miró a un lado y vio a su hija pronunciar la letra de la canción. Sonríe, sabiendo que su hija sueña con convertirse en una cantante como ella. Desafortunadamente, sabía que estos sueños se harán realidad para la niña como una realidad imposible cuando crezca. A medida que crecía, recordó que el cumpleaños de su hija se acercaba en tres días y tuvo que pensar en algo para hacer que su bebé fuera el día. Recordó haber visto un pequeño piano el otro día. en el centro de música y lo loca que se volvió Mavis. Julie sonrió en secreto, sabiendo qué darle a su pequeña.

Mientras esperaba que su madre regresara, Mavis se aburrió de su fiesta de té y decidió cantar. Su garganta comenzó a dolerle un poco, así que dijo las palabras en lugar de expresarlas. Ella "cantó" "Mary tenía un corderito" y se perdió en su pequeño mundo, hasta que sintió la presencia de alguien a su lado. ella. Levantó la vista y vio a un hombre alto y delgado, vestido con una camisa blanca de negocios con un chaleco negro y pantalón negro, con medias blancas y zapatos de vestir negros. Llevaba guantes blancos y tenía una tez bastante pálida, con el pelo negro alisado con un pico de viuda prominente y ojos oscuros, bordeado con maquillaje de ojos negros y pintura negra en los labios. Llevaba un sombrero negro, que ocultaba muy bien sus ojos oscuros y se lo reveló en un saludo silencioso y amable. Él sonríe amigablemente al niño pequeño, mostrando dientes perfectamente blancos.

Se arrodilló y colocó su mano sobre su pecho, actuando como si se estuviera aclarando la garganta. Él pronunció el resto de "Mary tenía un corderito", que ella dejó en las líneas de "vellón blanco como la nieve". Mavis estaba intrigado mientras "cantaba" con ella y se unía a él para decir las palabras. Después de que terminaron, aplaudió pero no salió ningún sonido de ellos. Luego, para su sorpresa, tomó la tetera imaginaria y les sirvió té. Mavis le sonríe a este extraño antes de venir a reunirse con ella para tomar el té. Pasó la invisible taza de té a sus labios, sorbiendo inaudiblemente. Ella imitaba sus movimientos, levantando su taza de té y bebiendo.

Para su sorpresa, ¡probó el té! Era dulce y limón, haciendo bailar sus papilas gustativas. Sus ojos se abrieron ante la bebida invisible frente a ella antes de levantar el mimo frente a ella. Él tembló levemente, riéndose, aunque escuchando atentamente, ella juró que podía escuchar el zumbido de su voz mientras él se reía de su expresión con diversión. Colocando la taza, se levantó y se quitó el sombrero cuando estaba listo para partir. Pero la niña entró en pánico ligeramente, preguntándole en silencio si volvería a verlo.

Aunque solo había dicho estas palabras ya que su voz todavía lo lastimaba, era como si él la escuchara mientras se volvía para mirarla. Se inclinó sobre una de sus rodillas y con un movimiento de muñeca, sacó algo invisible del bolsillo de su pecho y se lo entregó. Mirando su mano con curiosidad, cuidadosamente tomó el objeto invisible de su mano y lo sostuvo entre sus dedos. Parecía una varilla y moviendo uno de sus dedos sobre la varilla, pinchó su dedo en algo afilado. Ella hizo una mueca de dolor y brevemente cerró los ojos de dolor. Cuando los abrió, se sorprendió, porque en su mano el objeto invisible que le había dado era una hermosa rosa blanca. Ella volvió a mirar al mimo, que le sonrió cálidamente. Sus ojos, sin embargo, parecían un poco tristes. Luego tomó suavemente una de sus manos y le dio un beso suave.

Mavis quedó cautivado por todo esto. Estaba intrigada por la hermosa rosa blanca en su pequeña mano, al hombre silencioso y monocromático que la trataba como a una princesa preciosa. Salió de su ensueño para notar que el mimo ya no estaba.

De repente oyó una voz. Una voz masculina. Parecía que era desde la distancia, un eco que rebotaba. Realmente no podía entender las palabras, pero para ella, se sentían bastante reconfortantes. Uno de sus dedos arrastró distraídamente la rosa y sintió algo áspero entre los pétalos suaves. Miró hacia abajo y vio un pequeño trozo de papel que sobresalía entre los pétalos de rosa y lo retiró. Cuando lo desdobló, vio en negro las palabras de la hermosa caligrafía "Feliz cumpleaños".

Un leve jadeo cayó de sus labios. Su cumpleaños fue solo hace unos días, el 13 para ser precisos. Pero, ¿quién era este hombre?

No se dio cuenta de que su madre regresaba del helado, sonriéndole brillantemente a su hija. "¡Mi vida! ¡Regresé con helado! ¡Tengo tu crema favorita, galletas no!" Luego se detuvo, notando la forma en que apretaban la mano de su hija. "Mavis, ¿qué tienes?" La niña inocentemente miró a su madre. "Una rosa blanca. Un buen mimo me lo dio. Me deseó "feliz cumpleaños". "

Julie miró la flor blanca invisible, un poco aturdida. Estuvo solo en casa del vendedor durante unos minutos, por lo que no había forma de que alguien pudiera acercarse a su hija. Ella dejó escapar un suspiro de ansiedad, pensando que la imaginación de sus hijas estaba en juego otra vez. Dejó las cosas en su lugar y ambas felizmente comieron helado juntas.

Después de abandonar el parque y regresar a casa, pasaron el resto de la noche mirando películas y leyendo un cuento a Mavis antes de irse a dormir. Julie estaba sentada frente a su tocador, mirando su colgante una vez más antes de guardarlo en el joyero negro pulido. La idea de un mimo dando una flor a su hija era absurda. Cómico, pero absurdo. Eran como payasos, pero aún están en silencio, y siempre hacen cosas o usan cosas que nunca han estado allí. Sin embargo, supuso que era inofensivo. Ella se encogió de hombros y volvió a poner su collar en la caja antes de apagar la luz y pasar la noche.

Mientras tanto, de vuelta en la habitación, Mavis había colocado su rosa blanca "imaginaria" en un florero con un poco de frío.
agua en su mesita de noche, fascinado por su encuentro con el extraño hombre blanco y negro. Era extraño, sí, pero estaba fascinada por su extraño encanto. Mientras corría hacia su cama, un pensamiento la golpeó. Sacó el pequeño fajo de papel en el que estaba escrito "Feliz cumpleaños" y sonrió. ¡Tal vez podría volver a verlo el año que viene por su cumpleaños! Sacando una pequeña caja de madera en la que estaba pintada la "caja especial de Mavis" con pintura plateada, colocó el pequeño mensaje allí. La cerró y la colocó debajo de su cama, ya mareada la próxima vez que encuentra a su misterioso desconocido.

Aproximadamente un año después, aproximadamente a la misma hora a mediados de octubre, Mavis insistió en ir al parque.
Sin embargo, estaba oscuro y lluvioso ese día y su madre no quería arriesgarse a resfriarse. Entonces se sentó en su habitación, completamente aburrida y decepcionada. Su madre le dijo que iba a ir al supermercado muy rápido para hacer algunas compras durante la semana y se fue apurada, vestida con un impermeable y un paraguas.

Mavis estaba sola en la habitación, por lo que decidió jugar un pequeño juego de go-fish con sus "amigos". El juego duró poco, porque luego escuchó un pequeño golpe en su ventana. Era ligero y apenas hacía mucho ruido contra esta lluvia torrencial, pero lo escuchó fuerte y claro. Se levantó y abrió las cortinas, sorprendida por la vista. Una pequeña taza a cuadros de Dixie con dos rosas blancas descansaba en el borde del alféizar de la ventana. Abrió la ventana con cuidado y rapidez y recuperó la taza que contenía las dos rosas.

Adjunto al pequeño arreglo, encontró otra nota, esta vez doblada en forma de un capullo de rosa adicional. En él, en la misma elegante caligrafía negra, estaba escrito "Feliz cumpleaños". Esto hizo que la niña se mareara de alegría. Él volvió a ella!

Como antes, corrió hacia el pequeño jarrón que guardaba cerca de su mesita de noche y colocó la rosa en él, y como antes, tomó su pequeña caja y colocó el pequeño papel en ella. Al escuchar a su madre regresar, corrió a contarle las noticias o el regreso de su amiga. Julie escuchó los susurros emocionados de su hija acerca de su amigo mimo que regresaba, un poco sorprendida de escuchar la historia. Ella vio la alegría que le trajo a su amado hijo y se sintió culpable. Este amigo mimo tenía que ser un mecanismo de defensa para no tener a su padre con él. Puso una mano sobre el colgante alrededor de su cuello, la sensación de resentimiento hacia su marido desaparecido la llenó.

Más tarde esa noche, Julie regresó a Mavis y le deseó buenas noches, mientras miraba el jarrón supuestamente vacío en la mesita de noche de Mavis. Ella apretó su puño firmemente por un breve segundo antes de dejarlo caer libremente a un lado. Esperaba que Mavis algún día aceptara que su padre no volvería con ellos. Al menos, eso es lo que ella esperaba. Julie se fue a su habitación y se sentó en su cama, mirando el pulido joyero negro. Sintió que su corazón se estaba rompiendo, mirando la caja con la pequeña gema escondida de forma segura dentro. La vida era ciertamente cruel.

Sabía que, desafortunadamente, un día, de una forma u otra, Mavis tendrá que ver las cosas en blanco y negro, y enfrentar el mundo y sus formas crueles. Y eso, Julie temía más que nada.

Pero ese día llegó bastante rápido, y estaba a punto de cambiar todo para los dos, especialmente para Mavis.
Había pasado aproximadamente una década desde el incidente con el hombre monocromo en el parque y cada año después, en el momento de su cumpleaños, Mavis recibió sus rosas blancas del misterioso mimo. Después
Julie le había comprado a Mavis un nuevo teclado eléctrico para reemplazar su viejo piano de la infancia, Mavis estaba más enfocada en crear música, esta vez para su amiga, quien a su vez por sus actuaciones excepcionales, le dejaría sus pequeños mensajes. escrito con una rosa que lo acompaña. Su madre a menudo escuchaba la música fuerte y animada mientras tocaba en toda la casa, la energía vibrante y la felicidad de su hija coloreando la pequeña casa familiar. Aunque nunca cuestionó el vínculo continuo de su hija con su amiga secreta que le trajo felicidad, Julie se preocupó más por los intentos de Mavis de cantar, temiendo que 39; no hace hincapié y daña permanentemente sus cuerdas vocales.
Parecía que Mavis todavía tenía la esperanza de que algún día se recuperaría milagrosamente de su discapacidad y cantaría al corazón.

Aunque la rutina mensual de Mavis de ver a su médico acerca de su condición no mostró mejoría, no cambió la perspectiva colorida de la linda adolescente sobre la vida.

Pero ella no sabía que el mundo colorido en el que vivía estaba a punto de romperse.

Poco después de que Mavis comenzara la escuela secundaria, Julie había conocido a otro hombre. Se conocieron cuando Mavis tenía unos quince años, y para disgusto de Mavis, finalmente se casaron después de que ella cumpliera dieciséis.

A pesar de los intentos de Julie de convencer a su hija de que sería un buen cambio en sus vidas, Mavis se negó a aceptarla como su nuevo padre. Esto causó una gran tensión en el hogar y comenzó a crear tensión entre la madre y la hija.

Este sentimiento entre la niña y el hombre, sin embargo, era mutuo.

Stuart, o "Stu" como se llamaba el hombre, era un audiófilo. Se especializa en música y calidad de sonido, utilizando equipos de calidad de estudio. Después de que la madre de Mavis comenzó a grabar su música nuevamente, conoció al hombre y se dirigió al encantador. En su casa, donde Mavis y su madre se mudaron justo después del final del matrimonio, usó una de las habitaciones de los niveles inferiores para escuchar música, y como estaba completamente insonorizada, fue aún más útil ya que necesitaba escuchar cada pequeño aspecto de la música. Si sentía que los límites de su casa no eran suficientes para que él hiciera su trabajo, entonces se iría tarde por la noche, apenas mencionando una palabra a Julie al respecto, y repetidamente , volviendo muy tarde al olor casi a primera hora de la mañana de alcohol barato y perfume. Esto molestó mucho a Mavis, ya que sabía que su madre había desarrollado sentimientos hacia el hombre, tal vez viéndolo casi como había visto a su padre. Sin embargo, eso no cambió la visión de la niña del hombre fallido. Ella lo consideraba egoísta, al ver que no estaba dispuesto a escuchar el trabajo de alguien más que el suyo. Mavis también vio sus modales descuidados y groseros como la principal fuente de lucha en el hogar, trayendo más oscuridad a su vida.

Estaba muy orgulloso de su trabajo y era un hombre muy codicioso y anticuado. También era muy anticuado de una manera en la que sentía una gran insatisfacción por el comportamiento infantil y la brillante personalidad de Mavis. Pero lo que más le disgustaba era cada intento de Mavis de ser como su madre en la canción e incluso todo el ruido que hacía. Desde su punto de vista, lo encontró bastante patético y un obstáculo.

Cuando Mavis tuvo sus pequeñas actuaciones en su nueva habitación, reunió a sus animales de peluche como audiencia. El mimo, que los había seguido hasta la nueva casa, lograría subir al segundo piso usando una escalera de mano que evocaría solo para ser parte de la audiencia y escucharlo tocar y cantar. . De vez en cuando, su madre la escuchaba tocar una melodía y subía a verla tocar. De hecho, la estaba visitando cada vez más desde la mudanza, justo después de que ella cumpliera dieciséis años.

Irónicamente, fue en este momento que su maravillosa amiga mime desapareció brevemente, solo para reaparecer con la cabeza asomando por la ventana o terminando en su armario, escondiéndose hasta que Julie salió de la habitación.

Mavis tenía curiosidad por saber por qué se habría ido cuando su madre estaba allí, pero se avergonzó de hacerle la pregunta. Pero más particularmente se habría ido cuando Stu subió a ordenarle a Mavis que lo mantuviera bajo, quejándose de que estaba haciendo un gran ruido que todo el mundo podía escuchar. Mavis se reiría con amargura al respecto. ¿Hace demasiado ruido? Incluso los vecinos no podían escucharlo a él ni a los niños en la calle.

A menudo la agarraba violentamente por las muñecas para que dejara de tocar su piano, o incluso apretaba con fuerza su mano grande sobre su boca, casi hiriéndola, pero no solo para transmitir su mensaje. Asustó mucho a la niña y cuando trató de amortiguar un sonido con ayuda, la amenazó. En algunas ocasiones, las amenazas se han intensificado, especialmente cuando su madre no estaba en casa. Intentaba llamar a los vecinos o a un transeúnte, solo su llanto no los alcanzaba y cuando casi la veían saludando para llamar su atención, Stu de alguna manera estaba allí y la empujaba hacia un lado, cerrando la ventana. y la maldice. Amenazó con que si ella intentaba algo divertido, que lo lamentaría más tarde y para que su promesa fuera clara, él hizo todo lo posible para confiscar su teclado eléctrico y arruinó sus animales de peluche en su abriendo el vientre y quitando todo el relleno de ellos. Y desafortunadamente, Mavis no tuvo más remedio que creerlo, sintiéndose atrapado por este monstruo.

Había pensado en llamar a la policía, pero no habría pruebas para decir que este hombre era lo que realmente era. Y lo último que quería, sobre todo, era involucrar a su madre, temiendo que él hiciera algo mucho peor si ella llegara tan lejos. Hubo momentos en que ella maldijo la forma en que la vida había sido para ella, injusto al quitarle la mayor parte de su voz y dejarla como un ratón.

Era casi un pensamiento grosero. Su amigo mimo estaba a punto de pasar después de que él se fue, mirando la puerta de manera bastante desagradable. Esto hizo reír a la joven adolescente, porque no era la única que no podía soportar a su padrastro. Para hacerlo aún más divertido, el mimo comenzaría a caminar de cierta manera que casi imita la forma en que Stu camina y los gestos que reflejan muy bien la forma en que Stu es. Mavis luego se rió hasta que ella le apretó los costados. Fue divertido y juegos mientras ella y su amada amiga se burlaban en silencio del hombre, hasta un día nublado en particular.

Fue al final de la tarde, al borde del atardecer. Mavis acababa de regresar de un estudio privado con su tutor que su madre había contratado después de mudarse a su antigua casa desde su antigua ciudad natal. Otro día, ella usaría uno de los atuendos elegantes que su madre le daría con la esperanza de evitar que Stu la llame con estilo "temperamental". Hoy, sin embargo, llevaba uno de los atuendos más elegantes que su madre le había regalado por su decimoséptimo cumpleaños, que también era irónico. Consistía en una sudadera con capucha amarilla brillante de gran tamaño con lo que casi parecían orejas de gato dobladas en los lados arrugados de la parte superior de la capucha, una camiseta corta de vainilla con un atrevido motivo de corazón rojo en el centro, jeans oscuros. con el nuevo estilo de agujero rasgado en el muslo de las piernas del pantalón y tops blancos con estrellas rojas en los costados. Sus uñas estaban pintadas de un bonito color rojo caramelo, que también fue un regalo de su madre. Estos regalos lo habían hecho sonreír aún más, trayendo un poco de luz a su tristeza.

Sin embargo, no todo fue completamente brillante en su reino.

Lo que le pareció extraño fue el hecho de que su amigo mimo no le había regalado una rosa como lo hace tradicionalmente, así como tampoco una nota de "feliz cumpleaños". De hecho, ella notó que él se había ido por unos días, como si sus visitas se hubieran detenido por el momento.

Mavis estaba bastante molesta y herida por esto, preocupada por dónde había escapado su amiga. Ella trató de llamarlo, pero él no respondió. Pensó en su amiga, rogando en el fondo a dónde podría haber ido y anhelaba que volviera. Al acercarse a la puerta principal, suspiró con tristeza. El cielo debe haberlo escuchado, cuando comenzó a verter grandes gránulos de lluvia, la humedad de la precipitación y la mezcla de aire fresco de octubre sacando su cabello corto y deshilachado en los extremos. Simplemente impresionante.

Sacudiendo la ligera sensación de piel de gallina, sonrió con una sonrisa triste. Después de todos estos años, aparte de su madre, el mimo era el único que había tenido su día, sin importar cuán oscuro estuviera. Era su mejor amigo y confidente. El que realmente llenó el vacío vacío de su corazón en el que su padre permaneció ausente durante todo este tiempo. Ahora se preguntaba si él también la había dejado. En el fondo, podía sentir su corazón romperse. Ella cerró los ojos, susurrando cuánto quería que él nunca la dejara y no se quedara con ella, sin importar qué. Como si esperara que él apareciera, abrió los ojos. Nada. Sacudiendo la cabeza con tristeza, se volvió hacia la puerta y entró en la casa, cerrándola con seguridad detrás de ella.
Mientras se acercaba a las escaleras, escuchó a su madre y su padrastro aparentemente discutiendo en la cocina, que estaba un poco más abajo.

Apenas podía pronunciar las palabras, pero parecía que su madre la reprendió por su comportamiento atroz y lo acusó de sus escapadas nocturnas para regresar a casa desperdiciado y apestando a almizcle. otra mujer. También podía escuchar la agudeza de su voz, llamando mentirosa a su madre y criticando por actuar como una perra por tan ridículas insinuaciones.

Luego escuchó a Julie alzar la voz aún más, su dolor y enojo eran evidentes. "¡Estás siendo ridículo, Stu! ¿Vienes a casa casi al amanecer solo por tu trabajo? ¡No soy estúpido y no me atrevo a hacerme creer que lo eres! ¡También sé que saliste luchando a través de botellas baratas de alcohol y prostitutas callejeras! "

"¡Cállate, estúpida perra! ¡No tienes ni idea de lo que estás hablando! ¡Eres solo una pequeña jezabel de murciélago con una miserable niña discapacitada que es tonta! "

Julie sintió cálidas lágrimas ardiendo al final de sus ojos. "¡NO TE ATREVAS a traer a Mavis allí! ¡No tiene nada que ver con TU comportamiento irresponsable y asqueroso, cerdos sin cultivar!"

¡BOFETADA!

Mavis jadeó cuando llegó a su punto máximo y acababa de ver a su madre ser derribada por el hombre volátil. La sangre corría por la nariz de Julie, una enorme marca roja que lentamente se convertía en un hematoma a un lado de la cara. Pero no fue eso. Para horror de Mavis, Stu inmovilizó a la mujer que aún estaba en el suelo y comenzó a golpearla, con los puños chocando con su piel hermosa y delicada.

Attrapant une bouteille à proximité par le bord de la table, Mavis a rapidement agi et a frappé l'homme sur la tête, le renversant. À la hâte, Mavis a tiré sa mère sur ses pieds. La jeune fille ne put qu'étouffer un sanglot; le visage de sa mère était maintenant un gâchis meurtri et sanglant. Son œil droit se gonflant en une ecchymose noire et son visage un mélange de bleus, violets et verts, et sa lèvre inférieure largement ouverte.

Elle saisit la main de sa mère et la sortit de la cuisine. Juste au moment où ils atteignirent le bas des escaliers, ils furent attaqués par nul autre que Stu, le sang coulant de ses cheveux bruns en désordre.
Ses yeux bleus étaient rouges de rage, ce qui effraya grandement Mavis.

Il attrapa Julie et la frappa violemment sur la poitrine, lui coupant le vent et l'envoyant voler vers le mur adjacent aux escaliers, près du canapé.

Mavis n'a pas perdu de temps et s'est jeté sur l'homme, faisant de son mieux pour le retenir. C'était un gars de grande taille avec une taille moyenne, et Mavis était de taille moyenne avec une silhouette élancée, ce qui rendait très difficile pour elle de le retenir ainsi que dangereux.

D'un mouvement rapide, Stu lança la fille et la jeta durement sur le sol, son corps souple atterrissant avec un bruit sourd. Elle poussa un cri de douleur, le dos douloureux. Cependant, avant qu'elle ne puisse faire le moindre mouvement pour se lever, la brute effrontée la plaqua avec le poids de son corps. Il agrippa fermement ses poignets et plaça ses jambes entre les siennes pour l'empêcher de donner un coup de pied à tous les points faibles.

Alors qu'elle levait les yeux vers l'homme, Mavis était pétrifiée de peur. Il la regarda d'un air lubrique, un sourire tordu et sadique marquant ses traits. «Espèce de petite merde! Tu crois que tu me connais, hein? Heheh. J'ai entendu dire que c'était votre anniversaire aujourd'hui. Dix-sept, non? Eh bien, voyons à quel point vous avez grandi! " Il a ensuite pris ses deux poignets avec une grande main gauche et les a épinglés au-dessus de sa tête, tandis que celle de droite rampait sur son ventre plat et pâle et sous son haut court.

Mavis laissa échapper un sanglot hurlant, ses cordes vocales s'étirant à chaque fois qu'elle pouvait émettre alors qu'elle criait à l'aide. «N-non! Arrêtez!"

Heureusement, les tâtonnements de l'homme bourru avaient cessé alors que Julie le frappait au visage avec un tabouret qu'elle a attrapé du bord de la porte de la cuisine en entendant les cris de son enfant pour obtenir de l'aide.
Il a volé en arrière, son nez complètement cassé et ensanglanté et deux de ses dents de devant ont été éjectées des gencives avec du sang suintant de sa bouche également.

Stu rugit de douleur, hurlant d'obscénités alors qu'il serrait son visage brisé. Julie a rapidement tiré sa fille effrayée et a commencé à monter les escaliers. Stu avait du mal à se lever et comme il titubait après eux, il tomba à nouveau. Il ressentit une vive douleur, réalisant qu'il s'était foulé la cheville. Il grogna de colère. "VOUS SALOPES VONT ÊTRE DÉSOLÉ!" Il hurla du bas des escaliers.

En arrivant à l'étage, Julie et Mavis ont couru dans la chambre de Mavis. Sachant qu'il ne faudrait pas longtemps pour que Stu atteigne le sommet, Julie a concocté un plan. Un risque, mais ils devaient prendre le risque s'ils voulaient s'en sortir vivants. Qui sait de quoi ce fou était capable?

Julie a saisi la main de sa fille et y a placé le collier qu'elle portait. Mavis baissa les yeux sur sa main puis regarda sa mère. Elle a essayé de parler, mais sa gorge lui faisait mal avec une douleur lancinante. Julie secoua la tête. «Non, Mavis. Ne parle pas. Écoutez-moi attentivement. Il sera bientôt là. J'ai besoin que tu te caches dans le placard et que j'attende de te donner le signal. Quand je vous dis de partir, vous devez courir en bas et appeler la police. Vous devez essayer de leur dire ce qui s'est passé et de les faire venir ici. Je vais rester et le retenir assez longtemps pour que vous puissiez passer l'appel. Si, pour une raison quelconque, quelque chose se passe et qu'il vient après vous, vous devez vous enfuir de la maison et me promettre de ne pas regarder en arrière. Comprendre?"
Mavis secoua son visage taché de larmes, mais sa mère la serra fermement. «S'il te plait, Mavis! C’est notre seule chance! "

Hearing her stepfather fumbling loudly up the stairs, Mavis nodded and hugged her mother, gripping the necklace tightly in her pale hand. She quickly rushed into the closet and waited, peering through the thin opening of the closet door.

Just as they heard the footsteps coming closer, Julie glanced at her daughter, mouthing an apology to her for all this mess.

The door burst open, Stu looking like a bloodied mess and fuming at his wife. “You… You are so done…” He threatened. As he slowly approached her, Julie gathered her willpower and lunged at him, clawing her nails at his face. “NOW! GO!”

Mavis bolted out the closet door, and sprinted down the stairs, not daring to stop. Once she reached downstairs, she turned the corner and picked up the phone. Her trembling fingers dialed 911 and anxiously waited for someone to pick up.

She could hear screaming from upstairs, her nerves wracking her body. How could no one hear them?!
Finally, someone picked up. “This is 911. What’s your emergency?”

Mavis gathered as much strength in her voice, speaking as clear and loudly as she could. “H-Help! M-My mom… H-He’s going to kill u-us!” There was a brief pause before the person on the other line answered. “Hello? Ma’am? Are you there?” Mavis screeched, her throat feeling like it was ripping open. “CAN YOU HEAR ME?!”

A sudden high pitched scream scared her followed by the sounds of a body falling down the stairs, the sounds of bones cracking before a loud crunch indicated that it landed on the floor base of the stairs.
Mavis peered around the corner, her breath caught and her eyes wide. There at the bottom, lay her mother’s broken and battered body. Her left arm positioned ever so that you could see it twisted out of place and her legs crumpled against the wall. Julie’s head was turned in a way that was beyond natural placement of a human head, a pool of blood flowing around her silently on the marble floor. Her eyes were wide, the look of horror frozen on her broken and dead face.

It’s like time had stopped all at once around her, all noise slowly fading away into the background. She dropped the phone, not hearing the crashing sound as it hit the table with a ‘clank!’. She couldn’t hear the faint sound of the operator on the other line relaying a reply that units are being sent on the way right now, now apparent that the scream was heard from the other end. Her body shook as she continued to stare at the sight of her beloved mother’s mangled corpse, her grip on the necklace ever so deathly. The dull echoes of Stu’s panicked footsteps seemed so far as he arrived to the bottom of the stairs, looking down at the dead body of his wife before looking at Mavis.

Mavis slowly moved her attention to the bulky man before her, her empty stare registering him before trying to make a mad dash towards the door. Her attempt of escaping was in vain, as the man grabbed her hood roughly and yanked her back. She tried to scream, kicking and bashing her arms at him with all her might. But no sound came out of her mouth. Her voice had finally gone from her attempted cries for help.

Stu struggled to keep a grip on the girl, unable to avoid her hits as her arms smacked him through her struggle. He made his way back down the hall, dragging the girl with him. He opened the door that lead to the small, soundproof room that he used for his work, which was under renovations since a week ago and remains now as a soundproof black room with a small white light lingering above and grey looking furniture that consisted of a metal fold up chair and a plain metal table.

Her nails managed to scratch one of his eyes that he jerked back with a howl. As he briefly let her loose, he violently shoved her into the room. Mavis’ body landed hard on the cold concrete floor of the room, the only form of visibility was the single white light fixture on the ceiling above her and the light of the illuminated hallway where her stepfather still stood in. “You little brat. Now see what you’ve gone and done?! Cops are sure gonna come here, now. You will stay here and STAY QUIET!” With that final remark, he slammed the door, locking it.

She got up and ran towards the door in a desperate try to get it open. She opened her mouth and tried to scream as much as she could. Despite her futile efforts to scream at him and scream for help, it was no use, as no one would hear her through the room and no one would hear her as her voice was now long gone. After what seemed like hours to her of jamming the door and shouting through her mute mouth, she felt her willpower die down. The warm tears no longer flowing from her eyes and the vibrant life that once filled them were now but a dull shade of bottle green.

She slowly walked to the back of the dimly lit room and sunk by the wall surface, hugging her knees. Pourquoi? Why would no one hear her? Why couldn’t they hear her? She screamed. She shouted. She made all the noise she possibly could, but it was all for naught.

The only one to have heard her was that bastard of a stepfather and her now dead mother… And him.

Her cold pale fingers clenched tightly into a fist, nails digging into the skin and drawing small drops of blood.

Pourquoi? After all this time, he never came back. Had he never left, none of this would have happened. What kind of man would leave his wife and child behind without notice? She looked down at the necklace in her bleeding hand and threw it across from her, landing perfectly in the middle of the light.

She hated him! She wished that he was dead and that the other man would die! That they would ALL die! How dare they go on about their lives and not suffer! Why does she have to be the one to go through all this?! She thought with bitter resentment and hatred as her face remained stone cold. Why should they be heard when they refused to hear her???

Just as though all seemed lost as she thought away the hatred that she bore, the sound of footsteps could be heard in the room with her. Her gaze settled in front of her, as in the shadows of the dark, came out a familiar figure.

A tall lean man, dressed in a white business shirt with a black vest and black slacks, with white socks and black dress shoes, and on his hands he wore white gloves and with skin so very ash pale. He wore a black top hat, which hid his features so well. The only visible feature that she could see was his black painted lips, which formed into a smirk.

He bent down and picked up the necklace that lay abandoned in the middle of the dimly lit floor and closely inspected it before looking down at Mavis.

After a few moments he opened his mouth, and for the very first time, he spoke. Mavis felt her hairs stand on end, as the voice sounded very close to the one she heard years ago when she was very young, only it had a deep eerie echo to it.

“So now what, Mavis? Are you just going to wait here and have the whole world become your folly? Are you willing to just let him get away with it and have him kill you as well?”

She opened her mouth, but as she then remembered she couldn’t speak, she closed it back again.
He stepped closer to her, the sounds of his footsteps echoing throughout the entire room. “Come now, silly girl. Es-tu?"

She silently shook her head, her eyes cold and resilient. He hummed as he continued to smile. “Good girl. That’s what I like to hear. Despite your silence, I can hear you clear as day. I heard it all; your happiness, your anguish, your misery, your sorrow… your HATE. But tell me, how DO you plan on carrying out such thoughts, Mavis?”

The young woman stayed quiet, her mind reeling about all the possible ways that she would kill the bastard that was now frantic about the police and the whole situation. How she would torture him in ways that he would have tortured her, and worse.

The Mime’s smirk formed into a wide grin, bursting into a cackle that echoed hauntingly throughout the soundproof room as he heard her silent thoughts. “My, my. You certainly have quite the imagination, dear! It’s one of the things I’ve always admired about you. It’s what I’ve always wanted to GROW. Now…”

He bent down, being in close proximity of the girl with his grin receding back into a smirk. “I have a proposition for you, my dear. You see, I am the only one who can leave this tiny prison anytime I so desire. You, on other hand, are trapped like a rat and will remain so until the pusillanimous, pettifogging moron of a stepfather comes back and kills you… or leaves you here without anyone’s knowledge of you ever existing.” His eyes were still hidden in the shadows beneath the brim of his top hat. But Mavis had a feeling that they were glinting with his monochromatic mischief.

“My offer to you is this: I am your only salvation out of this mess and only I can help you escape… But it isn’t for free… You see, one must give, Mavis… In order to receive.”
Mavis looked up at him with that same childish curiosity that attracted him all these years ago. He grinned a little wider, a low chuckle rumbling from his being. As though hearing her asking what she must give.

“I just so happened to have heard your little birthday wish earlier, and so my question to you is this: Do you wish to join me and be with me for all eternity, forever as one entity? Or remain in this shoddy little shithole and die from brutal murder or die slowly and silently, forever alone?”

He offered her his hand to the girl, his smile not once faltering. “So… Which will it be?”

Mavis looked at him, his upper half of his face still blurred in darkness, but his mischievously wicked smirk remained transfixed in front of her. Not wasting time to even bother thinking about it, she made her choice. She took a hold of his slender gloved hand, which in return, firmly and possessively took a hold of hers. From the fingertips of the glove, protruded black razor-sharp nails.

The Mime let out a ghoulishly howl of a laugh, his closed-lip smirk now an earsplitting, razor-toothed grin. His once perfectly white teeth now looked like an alignment of pointy and jagged blades of a shark’s mouth, oozing with a black liquid substance from his black gum line. Mavis’s glance switched from their connected hands to his face. Her eyes widened, still enraptured in the same childlike innocence that he so craved after all these years. His pale face was now ghastly and haunting, the hollows of his cheekbones ever so prominent and his nose was pressed in to resemble that of a snake’s snout. The black around his eyes looked like deep hollow holes, with silvery white eyes floating in the center or them, gaping wickedly and sinisterly back into Mavis’s.

His voice has now become distorted, almost like a shrieking banshee and his deep garbled voice mixed together at once. “Good! Now the price I request from you… Your pure innocence.”

SHINK! … Drip… Drip, drip…

Mavis suddenly felt her remaining body heat leaving her and a sharp pain in her chest. She looked down and saw that his free hand had shot through her chest, exactly right through her heart, through the heart imprint of her crop top. Her eyes remained transfixed as she still somehow felt her heart still beating, the pulsating rhythm of the pumping organ resonating through her ears. Her stoic face still hadn’t changed form as she also started to see the color of her clothes and skin fading… into black and white. The red heart was now a pitch ink black, with blood still dripping freely from the printed design. The blood had also turned black, resembling to look a lot like ink. The color continued to fade, and at the same time, so did the Mime. His let out a final eerie titter, almost high in pitch as he faded into Mavis.

Her body began to shake violently, her hands now ash white and her once red long nails now black razor-sharp claws gripping her chest. After a few minutes of what seemed like a severe seizure, she stilled. The silence settled in once more… followed by a faint, sinister giggle.

Stu was in a panic. He had just finished locking the girl in the only room he could think of where she won’t cause any commotion, but now his only remaining problem was the dead body of his wife. A loud knock could be heard from the front door.

It was the cops, and he knew that there was no way out of this one. Preparing for the worst, Stu approached the door and opened it. The rest, as you know, was practically history. The officers and commanding chief took one glimpse of the home and saw the mangled corpse and within seconds, had handcuffed Stu.

The Chief then ordered the officers to scatter and search the home clean. Two officers went upstairs to investigate and looked in the rooms, finding signs of struggle in one of the rooms, presumably the daughters. As they further investigated the bedroom, one of the officers felt their foot kick something beneath the bed. The officer bent down and saw a box. Pulling out the box, they blew off the dust and opened it. There were pieces of paper all tucked away in it, and upon pulling out the first slip and reading it, the officer’s eyes widened.

As two officers held on to a cuffed Stu, the Chief looked on the wall and saw some pictures hanging on it. One of a family portrait and two others. One of the deceased wife, and the other of a smiling and happy looking girl. The Chief took down the photo of the girl and glanced at Stu with a look that could kill. “This is the girl who made the call. Where is she?” Stu knew it wouldn’t be long since they were searching the place and motioned his head towards the hallway past the stairs. “She’s in the last room at the end of the hall. It’s locked from the outside.” The Chief grimaced at the man before ordering one of the four officers that were with them one the first floor to come with him.

As they turned around the corner of the hall, they saw the door that the gruff man spoke of… unlocked and ajar.

The Chief and the officer glanced at one another with alarmed looks on their countenances and nodded in silent understanding. Armed at the ready, they carefully approached the door and opened it. The officer and the Chief flashed their lights around the small room, only to find that it was absolutely vacant.

The girl was nowhere to be seen. The Chief called in the restraining officers to bring in Stu. Upon arriving to the room, Stu was in complete disarray and shock. How could she be gone? The only way the lock can be undone is from the outside!

Despite trying to explain to the Chief, nothing but sputters came out. More footsteps were heard from the front of the home, indicating that the search unit finished scouring the upstairs. They walked back to the front, where the officer holding the box looked at the Chief grimly before handing the contents carefully to him. The officers shot glares at Stu, who shrunk back at the sudden reaction. The Chief took the box and saw the name of the girl painted in silver paint on it. “Mavis”. He sounded sad upon speaking her name aloud. He opened it and saw the scraps of paper. But once he read one of the sheets, his face contorted into that of disgust and anger. On the sheets were scribbled in frantic writing small-handed phrases like “molester” and “abusive”.

He turned to the other officers and barked. “Get this lowlife into a car! I want him booked! Now!” Stu was even more shocked, finally able to speak out some sense of words. “W-What?! Hold on! What’s in that box?! What am I charged for?!”

The Chief merely looked at him dead in the eye, intimidating the beat-up man. “What do you think, tough guy? Child molestation? Abuse and battery? Not to mention murder? You’re looking at a pretty demanding sentence once you’re settled in court. Now you better pray that we find that girl, buddy. Otherwise, there’s going to be hell waiting for you.”

Closing him in a squad car, the units sped off to the station. After booking him for prints, identification, changing him into an orange jumper and interrogating him with a series of questions, they took him to one of the holding cells in their detainment building.

The Forensics team had arrived shortly after they took Stu to the station. The body was bagged and brought back to the station morgue, where autopsy was preparing to clean and dissect the body in search for cause of death.
After a few short hours, just after Stu was placed in his cell, the autopsy of Julie’s deceased body was now complete and the cause of death was identified. She had multiple fractures, a couple broken ribs, her face was left with a broken jaw and multiple bruising all over her face and body. Her left arm was entirely broken and displaced, as well as both her legs. Her neck was also completely broken, the final blow being the top of her spinal cord snapping. As they were about to leave out of the autopsy room to give the chief the file, a shadow silently approached the body. A small clattering noise made the mortician turn around, gaping in shock. The vault where the body was resting was left open, with the body pulled out. Slowly approaching the resting corpse, he was even more bewildered to what he saw. Placed on top of the body where the chest plate rested, was a simple white rose.

Back at the detainment room, Stu and the guarding officer that kept watch were in silence. The cell was a little spacious, with a cot laid out for him for the night. The rain was still falling hard outside in torrents, making pelleting noises on the ceiling above. The detainment officer merely glanced at the clock every once in a while from reading his latest digest of Playboy, as well as making sure that Stu didn’t try anything. Not like he could do anything to begin with.

Just a little bit into the night to about near midnight, the guard yawned and placed his magazine down. He got up, stretched a bit and briefly turned to face Stu. “I’m going to the restroom, so you just sit tight and be a good boy, ya hear?” Within a few moments, the guard left the room and closed the door, leaving Stu all alone. He glanced up at the security cameras that were facing him, his eyes heavy with guilt and shame.

He sighed and muttered to himself. “Well, at least it can’t get any worse than this right now.”

As if on cue, the lights started to flicker slightly. Stu glanced up and noticed something. He looked at the clock and heard that the ticking was sounding slower and further away. Then the sound faded into nothing.

He heard nothing, not even a pin drop. He felt a bit uneasy, but figured that it was just nerves from all that’s happened that night. He got up and called for the guard to tell him that the clock might be broken.
Only to his surprise, no sound came out of his mouth. He tried to shout, but nothing again. He then started to panic and shouted again. Nothing. Stu was left completely bewildered. He couldn’t even hear the rain pounding from outside.

Then he noticed something else. Something that he didn’t expect at all. The entire detainment room was starting to fade of all color. It was slowly going all black and white, with some shades of grey. The yellow walls of the holding cell, the light fixtures, and even the damn Playboy magazine was turning monochrome.

A cold sweat ran down Stu’s body. He could feel his heart racing as the panic began to surge through his whole being. He looked up at the security camera and screamed, hoping to get someone’s attention. Again, he was mute, proving his efforts to be fruitless. Then the room slowly started to vibrate around him. It was like a heartbeat, pulsating through the walls, floors, and ceiling. Stu’s eyes widened in fright, as the pulsations started going faster and faster, before slowly coming to a resting halt.

He waited a few moments, waiting to see what would happen next. At that instant, the only door in and out of the room slowly opened, not making a sound. What he saw next made his blood run cold and thin like ice.

Stepping into the room, footsteps echoing throughout the room, was his stepdaughter. Mavis walked in, only the sight was beyond his expectations. Her skin was ash white and at the tips of her fingers were razor sharp black claws. Her once yellow hoodie was now a pure snow white, with black in the interior and bottom border of the oversized hoodie, with black stitching embroidered on the rim of the hood. Her white high tops had black stars in place of her red ones and her deep blue denim jeans now a pitch black. Her crop top was also white like the rest of her, and dead center where the heart pattern was, pumped a pulsing but dull beat with black thick liquid oozing through the design and dripping off the edge of the bottom of the shirt. He slowly glanced up, his breath caught in his throat as a horrified scream threatened to break through. Her hair no longer the glossy feathery black it was, but now charcoal and frayed on the ends as if defying gravity itself and black shadows surrounding the hollows of her eyes. Her eyes themselves, a silvery white like that of a risen ghoul, staring right back at him.

Shortly of making direct eye contact with her, she let out a whisper. It was a shrill whisper that almost sounded like a banshee’s shriek. “Can you hear me now, Stu?”

Just as he was trying to step back, within seconds she was in his cell. Facing him directly. Without so much as touching him he fell back onto something hard. He then felt his limbs being tied back, as if on a propped-up gurney for insane asylum patients. He tried to speak, but his voice was nowhere to be found.

Mavis smiled a small cynical smile. “Good. So you can hear me now.” He was mortified. This girl who could barely utter so much as a sound and seemingly lost her voice, was now speaking at an entirely normal range. Well, close to normal if it weren’t for the phantom-like echo in her voice that bounced off the room. “So tell me, Stu. How does it feel? To be hopeless… scared… voiceless?” She said the last one with a venomous tone. “Well, now you know. Feels terrible, doesn’t it? To be trapped in a world where you can scream as much as you can, to shout out in hopes of maybe someone hearing you, only to find… that you’re unable to be heard. Like a mime, right?” She let out a soft chuckle. He opened his mouth to scream as much as he could.
“Oh, don’t you fret. Your voice is intact, at least to my ears they are.”
He stopped, his eyes gaping at her in horror. She continued to look at him with her dead eyes. “That’s right. No one can hear you except me, and the only one, the only thing that you’ll be able to hear… is me.”

She circled around him, quietly in thought. After making a full circle around him, she stopped. “I got it! Why don’t we play an imaginary game? You know, like how real mimes do! And I have just the perfect game in mind… Let’s play a pretend game of doctor.”

He felt a sudden jolt as the invisible mechanism lowered him backwards laid him floating in the air in front of her at waist level. His silent screams of protest fell on deaf ears, except for hers that is.

“Now, now. That’s no way of being a good patient, Stu. You’re forty, right? No longer a child. Time to see how much of a grown man you are…”

She lifted her hand and posed it as if she were holding a scalpel. With a swift swish of her sharp nails, she cut open the front of his orange jumper. Stu was mortally scared out of his wits now, sweating bullets and mouthing out screams of anguish. He could feel something sharp poking the top of his skin looking down at the invisible object that she was holding. He was beyond paralyzed with fear once the invisible blade was smoothly gliding down, cutting his flesh wide open.

Stu continued staring at the atrocity, as she slid a clawed hand into the open orifice and feeling around his internal organs. “Hmm… Now how am I supposed to know what I’m touching if I can’t see through the cut clearly? My, my. This is troublesome. Well, I guess I’ll just have to make a change of plans. Time to play a game of Forensics.”

His eyes snapped right towards her, vigorously shaking his head while weeping tears and begging for her to stop. Mavis glanced at her handiwork and took the scalpel once more, only this time she started to peel away the edges of his entire epidermis and muscle tissue.

Stu screamed in pain, hot tears flooding down the sides of his face. She took some invisible pins and pinned his extra skin to the sides, but still felt unsatisfied with her work. “No, like this won’t do. Wait, remember how you tore my stuffed animals and ripped their bellies wide open?” Stu was mutely screeching this time, his body shaking uncontrollably. Mavis’s stoic face remained stony, though her voice was sharp like the blade that she cut him open with. “Ah, music to my ears. I guess this is what it’s like to be able to listen to every sound in that small little soundproof room, right?”

Stu continued to sob and scream mutely, his pathetic efforts only giving Mavis a sick sense of satisfaction. However, his constant trembling was now annoying her. “You better stop shaking or I will make you….” He stopped screaming, only to have his body wracking with sobs. “Very well. Let’s do this my way.” She took an invisible syringe and with a sharp pinch, Stu had slowly stopped moving, his body no longer shaking. “Good. Now, on with the program. Let me see if this works.” She took the scalpel and sliced off the extra skin clean off, making Stu howl and sob in undeniable and excruciating pain. Although he can no longer move, his body was still responsive to the stinging of his sliced body. His broken nose was now oozing out blood and mucus from the sinus build-up of his crying.

“Hmm, I supposed this will do… Oh, stop with that infernal sniffing, will you? It’s so annoying.” Seeing that Stu wasn’t stopping his sobs and sniffles anytime soon, Mavis let out a sigh. “Guess I’ll have to take care of that too. Hold on…” She motioned to pick up another object, which by the way she was holding it looked like a giant pair of sheers. Stu’s eyes were downright wide and red, sputtering silent nonsense only for his ridiculous pleas to be ignored.

CHOP.

One cut was all it took, and his nose was sliced clean off his face. Stu couldn’t bring himself to scream anymore, feeling his throat becoming painstakingly sore. This didn’t sit well with Mavis at all.

"Quoi? Giving up already? You’re no fun being quiet, Stu. Unlike you, I rather like your screams. It’s music to my ears.” Stu merely glanced at her, mouthing the words “Fuck you, sick bitch”. Mavis nodded.
“Right. Okay then.” She grabbed another tool from her small invisible worktable, this time what may resemble to be pliers. “Time for a small break of a game of dentist. Let’s see if you have any nasty cavities.” She took a hold of one of the incisors and with one tug, ripped the tooth right out from the very root. Stu screamed as he felt the warm blood flooding through his mouth. However, Mavis didn’t stop there. She continued to move on to each and every one of his teeth, ripping one after the other until they were all gone. Stu merely moaned now, his head becoming light and drowsy from the useless screams and blood loss.

“Hmm, guess your mouth was all messed up anyways. But your lips don’t look so hot, either. Let me fix that.” She took the invisible scissors and sliced off the lower and upper lips, a huge bloody black hole left as his mouth.

Mavis paused for a minute. “You know, you’re not looking so good, Stu. Are you anemic? Because you’re pale as a sheet. Come to think of it, you almost look like a mime! But there’s one problem… you’re eyes. They need to be black, too.” Stu’s eyes widened one last time, before that last thing he saw was a hammer like object bludgeoning both of his eyes into jelly mush. His body was now completely black and white, as well as his once orange jumper now monochrome as the rest of him.

The young girl felt proud of her work. She could hear his heart rate starting to slow. It was still not finished yet. He was still making noise by breathing and his heart was still pumping life.

Her eerie voice dropped down near his ears, which were still left intact. “You see, Stu? How much you screamed, how much you wanted to cry out for help, for anyone to hear you and yet, you’re completely ignored? Insufferable. Now imagine that for years. Years of not being heard, to be ignored right when you know there are those who can definitely hear you when they are right there just as you are. The only one who listened, who was there for me… was my mother… and you took her away. So now, I will be the one to do the taking. I took away what you relied on the very most… your senses. Your sight and what you see, will deceive you. Your hearing will all be but for naught, and your voice… is gone from the world. But not all is lost. No… I left you with one sense, at my generosity. And that is your sense of feeling. To feel the pain, to feel powerless, to feel fear… and I can hear it gloriously.” The man didn’t reply, as though he even could, but he heard her every word and finally couldn’t voice his agony anymore.

Mavis looked up at the clock, seeing that it was getting close to midnight. The dark blood now gone and clean from her hands, she straightened up to face his mangled body entirely. “Looks like our time of bonding is up, Stu. Wish we could pretend more, but I have other things to do. You see, you’re not the only one who wouldn’t hear me. You know how that saying goes that you said to me before… The whole world can hear you..?”

She stepped back, looking down at the open cavity where all of his organs still lay. “Oh well. Guess this is good bye. But before I go…”

She abruptly shot the invisible mechanism upright, his organs flying out of the opening of his abdomen. The lungs and heart were still clinging, though entirely in shades of black and grey. She could hear his wheezing, as his lungs and heart continued pumping whatever life they could left into him. Her gaze rested on his ribs, the remaining obstacle. “So annoying.” With a firm grip of both her hands, she ripped his ribcage clean out, heart and lungs ripped out with it. He stopped breathing entirely and was quietly still.

She glanced down at his still pumping heart in her hand, before that too, died down. She dropped it carelessly on the floor and glanced towards the door before looking back at the lifeless monochromatic corpse. “Even in death, Stu… Can you still hear me now?” Walking right behind him, she dipped a finger in the black blood pooled on the floor and began to write on the cot. Once finished, she let the body fall onto the cot as well without a sound. Allowing the color to return back into the room and noise to slowly warp back, the sound of footsteps echoing through the hall indicating that the guard was coming back from his restroom break. By then, Mavis was long gone.

As Mavis disappeared into the darkness, she could hear the guard’s screams of terror of finding the body. She smiled a small smile, holding the black and white diamond heart shaped pendant in her hand before tucking it away into her pocket. She looked up at the darkness and grey clouds above her one more time, then was gone like a whisper in the wind.

Back in the cell, officials were already examining the corpse. The Chief had just received the news from autopsy, only to have rushed back into the cell where the accused was being held at. He was grossly mortified at the sight of the place, seeing black entrails all over the floor and the body looking very much like a mime. What stumped and irked him the most, was the message that was left behind next to the body on the cot. Unidentifiable as to what the liquid was (he could gruesomely guess, however), read the words in a messy effort of fancy calligraphy: “Happy Birthday”.

CREDIT : InsanityManagerie

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